Autor: Francisco Javier Usero Vílchez
Profesor
Variación malagueña sobre un
cuento de Hans Christian Andersen
Este cuento tan hermoso
yo os tenía que contar
porque una niña me hablaba
de las barcas, de la mar…
De su tío, de su padre,
de anzuelos, redes, boliches…
Y de muchas cosas más.
I.
Una sirena pequeña,
muy hermosa por demás
viajaba de playa en playa:
no paraba de nadar.
Desde Nerja hasta Estepona…
Entre Ceuta y Gibraltar
buscaba anillos de concha
y aretes de buen coral.
Los delfines, que la aprecian,
con ella van a saltar
y a reír entre las olas:
nunca paran de jugar.
Jureles y pescadillas
la escoltaban sin cesar.
Dos meros la protegían
por si algo fuera a pasar.
Su pasatiempo querido
era mirar navegar
los barcos en nuestras aguas,
barcos que vienen y van.
II.
Ella desea tener piernas,
le encantaría caminar.
Pasear por lindas playas;
También de amigos gozar.
Los marineros contaban
que en días de temporal
una voz lejos se oía
dulce y fina. Angelical.
Nadie supo qué era aquello.
Sólo sonaba un cantar
triste sobre todas cosas.
¡Oíd esa voz entonar!:
¨¡Hombres, si llego a una playa,
recogedme , por piedad,
secadme bien esta cola
que sirvió para nadar!¨
III.
La sirena chiquitina
varada en la arena está.
Un marinero moreno
la arropa y la va a secar.
Pasan los años. La niña
una sirena no es más.
Con la señorita Tonia
quiere aprender sin parar.
Ama a sus padres y abuelos,
en la primaria está ya
y sus vecinos y amigos
no la dejan de llamar
la sirenita de Huelin,
la hermosa reina del mar.
IV.
En las tardes del verano,
cuando se calma el terral
la niña se sienta sola:
va las ondas a observar.
Recuerda sus aventuras:
los pendientes de coral,
los anillitos de concha,
a su amigo el calamar
y al congrio que la asustaba.
Y lo que le gusta más
es que su madre la seque,
la lleve a casa a acostar
y este cuento le recite
esta noche una vez más.
En Estepona, a 20 de Abril de 2013